“Cuando la escuela empezó nos decían ‘patas con tierra’”, dice un estudiante de octavo año de la escuela Valentín Letelier, de Calama. Nadie imaginó entonces que la escuela podría alcanzar los logros que hoy ostenta, como haber superado los 300 puntos en el Simce 2011 de lectura en cuarto básico y de lectura y matemática de octavo; y lograr ser una de las pocas clasificadas en categoría autónoma de la Región de Antofagasta, no tener problemas de equipamiento ni recursos y contar con estudiantes motivados y comprometidos con su futuro.
Al otro lado del país, en Talcahuano la escuela México Estado de Guerrero tiene otros orígenes: es conocida como “el Instituto Nacional de Talcahuano”, no sólo por sus casi dos siglos de existencia (fue fundada en 1835), sino por su foco en lo académico y la disciplina. Hasta finales de los 90 se hacían filas de apoderados esperando por un cupo, mientras las escuelas de los cerros perdían alumnos porque éstos se iban a la que entonces era conocida como “la mejor escuela de Talcahuano”. Sin embargo, entre mediados de los 90 e inicios del año 2000, la escuela experimentó una baja relativa en sus puntajes Simce, derivada, entre otros temas, por un cambio en la composición socioeconómica de sus alumnos y la fuerte competencia de colegios particulares subvencionados.
Ambas escuelas experimentaron procesos de mejoramiento integral y sostenidos en la última década que las llevaron a formar parte de un estudio realizado por un equipo del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la U. de Chile y Unicef, que indagó en doce escuelas de todo el país con el objeto indagar cómo se inician y sostienen procesos de mejoramiento escolar. El estudio dio origen a la publicación del libro Lo Aprendí en la Escuela (cuya segunda edición será lanzada próximamente), cuyos principales resultados están siendo presentados por los investigadores en una serie de charlas a lo largo de todo el país.
Los casos de ambas escuelas fueron relatados por los investigadores del CIAE el viernes 29 de agosto, en el Cuarto Seminario de Plan de Formación de Directores “Escuelas con trayectorias sostenidas de mejora”, organizado por el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones (CPEIP) del Mineduc, ante una audiencia compuesta por más de 600 directivos de todo el país. El seminario marcó el inicio de la cuarta versión de este programa del Ministerio de Educación, que financia estudios de magister, diplomado, pasantías y cursos a quienes aspiran a ser líderes pedagógicos para una educación de calidad.
En la oportunidad, Rodolfo Bonifaz, director del CPEIP, destacó el rol de los equipos directivos en el mejoramiento de los resultados de aprendizaje de los y las estudiantes, un objetivo que está al centro de la reforma: “La reforma de hoy nos enfrenta al desafío pendiente de lograr la calidad de la educación, sin distinciones, para todos y todas”, recalcó.
El seminario fue inaugurado por Juan Carlos Rozas, coordinador del área Gestión y Liderazgo, quien dio la bienvenida y explicó los alcances de esta línea de desarrollo profesional que ya cuenta con 2.200 becarios formados en años anteriores. A ellos se suman 848 becarias y becarios, quienes inician sus estudios en el mes de septiembre, en alguno de los 26 programas seleccionados para este año.
Los detalles de estos procesos fueron explicados por sus protagonistas: de la Escuela México Estado de Guerrero, su directora, Amalia Rozas Leal, y Rosa Durán Fernández, su Jefa UTP; Luisa Morgado y Nieves Marín, directora y jefa de UTP, respectivamente, de la Escuela Valentín Letelier. Además expusieron las investigadoras del CIAE, Carolina Trivelli y Tamara Rozas, quienes profundizaron en los factores de gestión que favorecen al mejoramiento vivido en estas escuelas durante la última década.
La escuela Valentín Letelier
La Escuela Valentín Letelier presenta dos grandes etapas en las que se identifican focos de prioridad distintos: en la primera se crearon las condiciones necesarias para el mejoramiento, como la normalización (por ejemplo, clases que empiecen a la hora, sin interrupciones), motivación a los alumnos y profesores, disciplina, exigencia y apoyo al docente y una cultura del nosotros. “Nos percatamos que todos los profesores, directivos, apoderados y estudiantes utilizan el ‘nosotros’ para referirse al establecimiento y sus procesos. Ese ‘nosotros’ se caracteriza, en primer lugar, por el amor que profesan los distintos actores por la Valentín Letelier”, relata Tamara Rozas. Añade que otro rasgo de esa cultura es la creencia de que los logros son el resultado del trabajo de todos los miembros de la comunidad.
En la segunda etapa de mejoramiento, se colocaron como foco los logros en los aprendizajes y hubo un fuerte monitoreo de éstos. “En este periodo, se busca asegurar un aprendizaje acabado de los contenidos y planes del Mineduc”, explica Rozas. Por ejemplo, se instalaron mecanismos de evaluación de la cobertura curricular y aprendizajes y estrategias específicas que aseguren logros en la prueba Simce. Junto a eso, añade la investigadora, se instauró la política de diseñar estrategias remediales según las debilidades que se detectaban en los alumnos.
Tamara Rozas explica que entre ambas etapas se mantuvieron elementos de continuidad. Por ejemplo, la innovación constante, el aprendizaje de los estudiantes como un horizonte permanente, asumir tempranamente iniciativas de gobierno favorables a la escuela, una planificación del mejoramiento con fuerte participación docente, espacio para el desarrollo profesional docente, condiciones laborales adecuadas, una visión de formar personas y un liderazgo directivo como rol promotor y articulador de los distintos procesos.
La escuela México Estado de Guerrero
Según explicaron Carolina Trivelli y Cristián Bellei, la autonomía de la escuela, el liderazgo de la directora y jefe de UTP y gestión Curricular y Pedagógica, entre otros, han sido factores claves en el mejoramiento que ostentó este establecimiento de Talcahuano.
“La autonomía que ha tenido la escuela para tomar decisiones ha sido central en su trayectoria de mejora. La escuela ha podido incidir en decisiones respecto a asesorías que les han propuesto desde el municipio (ATE), pero lo más importante es que puede negociar aspectos de contrataciones docentes, permitiéndoles conformar un cuerpo docente de alta calidad”, explica Trivelli, quien agrega que durante la visita del equipo al establecimiento el rol de la directora fue universalmente mencionado por los entrevistados. “Ellos reconocen en la directora una líder que ‘los hace ponerse la camiseta por la escuela’”, dice la investigadora.
La directora, por ejemplo, identifica fortalezas en los profesores y según eso, los invita a tomar nuevas responsabilidades y establece relaciones desde la confianza y el afecto, para que la relación sea fluida y la comunicación buena. Por su parte, la jefa de la UTP también es clave: ella revisa que todo esté en orden y funcionando a inicios de la jornada, identifica si falta algún docente, revisa si un curso necesita materiales o cualquier detalle para que la jornada funcione normalmente, revisa las planificaciones, se preocupa de apoyar a sus colegas en la resolución de problemas asociados con la enseñanza y el perfeccionamiento, entre otras funciones.
Trivelli comenta también que la escuela es un espacio de desarrollo profesional interno y externo para los profesores. “Los docentes con más experiencia se sienten formadores de los más nuevos; los profesores, en general, reconocen en sus colegas y en el trabajo conjunto una gran fuente de aprendizaje profesional, comparten ideas, consejos, material de trabajo, que se van ajustando según la realidad y experiencia”, relata.
La gestión curricular también es clave. La pauta de planificación fue creada en conjunto entre la jefa de UTP con los profesores y sirve para ordenar la continuidad del aprendizaje en cursos que enseñan en secuencia, y no sólo para el monitoreo curricular. “Por ejemplo, los profesores tienen una forma de trabajo en la que los materiales que usan o adaptan son de propiedad común. Presentaciones, guías, videos, actividades y pruebas se comparten entre profesores del mismo grado y se almacenan en carpetas por curso para que queden a disposición en los años siguientes. Así, cuando un profesor recibe a un curso nuevo, recibe el acumulado de conocimientos y experiencias de colegas que se enfrentaron a la misma tarea”, relata Carolina Trivelli.
Por último, la ley SEP, ha contribuido a fijar metas exigentes con el fin de establecer compromisos públicos de mejoramiento.
Fuente: Comunicaciones CIAE